dijous, 23 d’agost del 2007

ada II

Ada se sienta en la plaza, sobre el banco que la circunda. Pasa sus manos a ras del asiento, como quien ahuyenta las arrugas de una cama recién hecha. Con pausa. La piedra refresca. Y Ada sonríe, por supuesto.
Siente las muescas que el tiempo y la guerra y los críos han robado a la lisa superficie de antaño. Siente la repentina rugosidad de la mierda de paloma que hace que un banco sea banco. Y una mueca de asquillo corrompe cómicamente su cara. Y luego ríe. Ríe de sí misma y de su mueca. Ríe también porque disfruta riendo.
- ¡Buenos días preciosa! ¿Como está mi perla?
- Rebién. Hay que ver, don Alfredo, como huelen esos melocotones.
Y escucha el murmullo de la vida en la calle. Se oyen paseos, cavilaciones, besos a escondidas. Se oyen ladridos. Se oyen carreras de hojas y papeles olvidados. Ada escucha la música del mundo y se la guarda muy, muy adentro. Y por la noche sueña con ella.
Y con las danzas que desconoce.

1 comentari:

Lemonade ha dit...

¿Es el inicio de algo con final?
Me refiero al escrito, obvio.

:*