una hora menos

Y sin aviso
llega el invierno.
Todo es frío y siento el hielo
que me atonta y me hace escarcha.
Frunzo el ceño, encurvo el alma
de mi espalda a los bolsillos.

Ojos rojos y amarillos,
pies en botas que son charcas,
todo el día a dentelladas
arrancando horas al tiempo
mientras siento que mi cuerpo
estará muerto mañana.

En silencio,
llueve invierno, sin aviso.

Y lluevo.

Ktar-6

Tan bonita eres,
tanto,
que me cago en mi manía de mirarte
porque duele como alambre
dulce y sucio y oxidado.

Siento que se clava erecto
este puto hierro infecto
y escuchando confidencias sufro el agrio anonimato.

Tanto,
que me acompaño de ausencias
y me arrastro hacia lugares
a los que antes iba andando.

Tanto, y tan distante,
que me cago en mi manía de esperarte
porque duele como alambre,
como hambre no saciado.

Entonces juegas a mirarme
y luego miras a otro lado
y luego nada
y luego algo,
juego amargo,
a veces sangro.
Hablo con tacto
y sonrío mucho

pero me mancho
y me jode tanto...

sorte da lua

cuando se omiten las palabras
y todo queda en el aire.



así










.

8-9-8

me molan los bichos. y las bolas peludas que se pegan a los pantalones y a los perros, que parecen bichos pero son plantas.

pienso escribir una novela de bolsillo ahora mismo, y si alguien se atreve a impedirlo, morirá. Y punto. Joder, gracias a Pachamama que os tengo a vosotras. A veces me da por olvidarme de lo polimórficamente polivalentes que sois. Polimórficamente perversas, chistosas y profundas. Polimórficamente trágicas.

Pero es que cuando me pongo trágica, no hay quien me pare, como cuando me pongo absurda. El problema es que cuando estoy en período tragicoprofundo (tragicoprofágico), parece ser que no me acuerdo de las absurdeces que en otro momento llegan a infestar mi mente de manera casi preocupante.

Me encantan los reencuentros.

procesando aterrizaje

vale, me dispongo a volver.
poco a poco, por favor.
poco a favor al volver.

disponer, resituar.
vale poco este trozo
de
mi
ser.