Me encierro aquí dentro y lucho por que nada ni nadie entre a molestar. Siento el latido del bombo en el centro de mi pecho, en las sienes. Siento mi latido y punto. Escribo. Pienso y suelto, pienso y suelto. Y basta. Evito pensar más de la cuenta, porque precisamente es eso lo que me sobra, lo que hace que no entienda nada y quiera acabar de una puñetera vez con todos los sonidos del planeta o convertirlo todo en puro ruido, en puro caos que haga tambalear las delicadezas y los detalles. Ruido sucio, intenso, que llene los pechos de quien no alcanza a respirar con normalidad. Que llene las almas y los espacios, que lo llene todo, que lo sea todo. Y yo no tenga que preocuparme de procurar llenarme.

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